La bestia

El cielo esta cegado y se derraman sobre nuestras  míseras cabezas gotas de plomo traslúcidas. Un hedor a melancolía asciende junto con la humedad, refrescando mi saturada mente y saturando mi garganta con un elixir amargo. Duro, hasta el extremo es tragar tanto sufrimiento etéreo. Con cada negra respiración, con cada trago amargo que se forma en mi pescuezo, con cada gota que decanta de los cielos y golpea haciendo crepitar las hojas húmedas del deforme olivo, con el ojo permanentemente abierto y crispado de la luna que devela las acciones de los habitantes nocturnos, comienza a desatarse en mi lo que estaba encadenado.

Toda la noche, toda, alimenta a esto proveyéndolo de una fuerza atroz que recorre mi espina y la hace temblar. La Uña interior erupciona, horadando el pecho, una garra maléfica, que me abre en canal  intoxicando el corazón.

Ah! Toda la noche, toda, vomita su cruel veneno. Su aroma es dulce para la bestia que reclama su alimento, fresca carne negra. Y yo doblegado a su voluntad, bebo y degluto con dolor hasta emborracharla , y el corazón…el corazón emponzoñado .

No cabe en mí el consuelo, cuanto más quiero perder la conciencia, más claramente veo. Cuanto más buceo con mis pensamientos en la oscuridad del silencio, más luz terrible observo. Locura luminosa, luna, astros y estrellas descubren el velo de la Bestia. Hay de mí! Infeliz locura  que me toca vivir. Se desolla el alma con el llamado de la bestia. Que animal más bruto, insano, oscuro y terrible ruge estentóreamente. Me horroriza su llamado. Suena como un tambor fúnebre recordándome su presencia desde lo profundo. Libérame!- Grita- con sus ojos inyectados en sangre. Se figura su rostro de mirada profunda en cada espejo, en el reflejo del agua quieta. Honda mirada que surge de las profundidades.

Reclamo de realidad astrigente, áspero y quebrado como la roca del corazón: Hipócritas, ya no hay nada bueno. Malditos miedosos, acérquense, véanse aquí, despierten…miseria y error, pecado e ignorancia somos! Malditos que se estremecen y esquivan la mirada. Cobardes que acallan. Aquí estoy para recordarles que no son mejores que aquellos que critican!